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esde hace 30 años escribía guiones para mi programa de radio “El Enigma” . Uno de los temas que más fascinaba a la audiencia era lo relacionado con las profecías en textos sagrados de diferentes religiones a través de la historia y en todo el mundo. Cuando comenzó mi programa de TV “Alma Astral” en el año 2000, estos temas siempre estuvieron en pequeños reportajes que pasaban revista al mundo holístico espiritual en pleno auge del surgimiento del movimiento de la Nueva Era. En uno de esos reportajes compartí un contenido histórico relacionado con los descendientes del Patriarca Abraham, del cual convergen tres de las religiones con mayores seguidores en el mundo entero. Hoy se anuncian nuevas señales astrológicas que sorprenden con su simbolismo místico entre el significado de los planetas en los signos zodiacales y su similitud con antiguas profecías.
La historia humana se escribe con palabras…
pero también con estrellas.
Los cielos guardan en su lenguaje secreto la memoria de los pueblos,
las promesas que aún no se cumplen
y los ciclos que regresan cuando la humanidad necesita recordar su propósito.

Las Raíces Abrahámicas
Tres grandes tradiciones —el judaísmo, el cristianismo y el islam— comparten la misma raíz: Abraham, el patriarca de los creyentes.
De Sara, su esposa, nació Isaac, padre de Jacob, llamado Israel.
De Agar, la esclava egipcia, nació Ismael, ancestro de los pueblos árabes.
Las Escrituras relatan que, al morir Abraham, Ismael e Isaac se reunieron para sepultarlo. Ese reencuentro, más que un hecho familiar, fue una profecía viva: una señal de que, al final de los tiempos, las ramas del árbol abrahámico volverían a reconocerse
bajo un mismo cielo, cada una con su identidad, pero unidas en propósito.
✝️☪️✡️ Tres visiones del Enviado
A lo largo de los siglos, cada descendencia interpretó de manera distinta
la promesa del Mensajero Divino:
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Los israelitas esperan aún al Mesías que levantará el Tercer Templo.
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Los cristianos, herederos espirituales de Isaac, lo vieron cumplido en Jesucristo, el Hijo de Dios.
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Los pueblos árabes, herederos espirituales de Ismael lo reconocieron en Mahoma, el último Profeta.
Sin embargo, las tres visiones comparten un mismo anhelo: la llegada de una conciencia que restaure el equilibrio entre el cielo y la tierra.

🔭 Los relojes del cielo
En la astrología tradicional, los planetas lentos son los grandes relojes de la historia. Marcan los momentos de mutación colectiva,
los puntos de inflexión donde cambia el rumbo de la civilización.
Hoy, el firmamento muestra una combinación excepcional: Neptuno en Aries, Urano en Tauro y Plutón en Acuario. Tres señales que reactivan el espíritu de comienzos, revoluciones y despertares.
🌊 Neptuno en Aries: el renacer del fuego espiritual
Neptuno, planeta de la fe y del mito colectivo, ingresa en Aries después de 165 años. Inicia un ciclo de espiritualidad activa,
de fe que toma forma en la acción.
Si retrocedemos hasta el año 570 d.C., época del nacimiento del Profeta Mahoma, Neptuno transitaba Tauro: signo de la tierra, la materia y la concreción. En ese entonces la fe se encarnó en leyes, comunidad y territorio; el Islam dio forma visible a lo invisible.
Ahora, el cielo propone lo inverso: la materia se espiritualiza. Lo establecido se disuelve para que renazca la esencia.
⚡ Urano en Tauro: revoluciones de la materia
Desde 2018 hasta 2026, Urano recorre Tauro, sacudiendo los cimientos de la economía, la seguridad y los valores. La última vez que esto ocurrió —entre 1935 y 1942—nel mundo presenció guerras y reconfiguraciones globales. Hoy, en el mismo tránsito,
asistimos a una revolución silenciosa: nuevas monedas, nuevas tierras, nuevas reglas. Urano en Tauro derrumba los templos del dineronpara recordarnos que la verdadera riqueza es aquello que permanece cuando todo lo demás cambia.
🪐 Plutón en Acuario: el poder de la colectividad
Plutón, símbolo de transformación profunda, entra en Acuario tras casi dos siglos y medio. Su paso anterior coincidió con las revoluciones que dieron nacimiento al mundo moderno, como la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos y toda América.
Hoy repite su danza, anunciando una era donde el poder se descentraliza y la conciencia colectiva se impone sobre las viejas jerarquías. El “Mesías” de este tiempo podría no ser un individuo, sino una fuerza de unidad planetaria, una inteligencia espiritual compartida por todos en el Planeta Tierra.
🌠 La visión del Apocalipsis
El Apocalipsis, capítulo 12, describe una visión celestial:
“Apareció en el cielo una gran señal:
una mujer vestida del sol,
con la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Y apareció otro signo en el cielo:
un dragón rojo con siete cabezas…
su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo
y las precipitó sobre la tierra.”
Tradicionalmente, el dragón simboliza las fuerzas del caos y la mujer representa la vida protegida por lo divino. En el lenguaje de hoy, podríamos reconocer esa batalla “en el cielo” como el reflejo mítico de los tiempos que vivimos: naciones que se defienden bajo un firmamento incendiado, misiles interceptados más allá de la atmósfera, estrellas fugaces artificiales que iluminan la noche.
El antiguo relato y la tecnología moderna parecen encontrarse: una humanidad que libra su lucha entre la destrucción y la protección, entre la oscuridad del dragón y la luz que cuida al niño de la promesa.
🌍 Relectura profética
Los símbolos del Apocalipsis y los ciclos planetarios no anuncian destinos fatales, sino momentos de decisión colectiva.
Neptuno inspira una nueva fe; Urano rompe lo viejo; Plutón transforma la conciencia social.
Juntos, forman el mapa de una reconciliación posible entre los hijos de Ismael e Isaac, entre Oriente y Occidente, entre ciencia y espiritualidad. Que pueden definirse en expresiones de cultura global o incluso en acuerdos territoriales que garanticen paz y balance económico global.
Quizás el Tercer Templo no se construya de piedra, sino de comprensión. Tal vez el Mesías que esperan los profetas no llegue como un solo hombre, sino como una conciencia que despierte en todos.

🕯️ Conclusión
Las profecías son espejos del alma humana. Vuelven cuando el mundo necesita recordarse a sí mismo. Hoy, bajo estos cielos de cambio, las estrellas parecen repetir el mensaje: no temas al dragón del tiempo, porque cada batalla celeste es una oportunidad para renacer.
Tal vez ese niño del Apocalipsis no esté por nacer, sino que ya vive en nosotros, esperando el momento en que la humanidad entera
lo reconozca como su reflejo.